Los matrimonios, complicados por sí mismos, enfrentan un reto especial cuando, además, deben atender las obligaciones de la empresa familiar a la que pertenece uno de los cónyuges. La armonía es posible cuando se utiliza la protocolización a favor de las relaciones políticas.
Cuando una persona se casa con un miembro de una empresa familiar, también contrae matrimonio con toda la organización y la familia empresaria. Ambas instituciones habrán de convivir con el nuevo cónyuge y, en su caso, con los hijos futuros.En las empresas familiares existen las reservas y los descalificativos pesan muy a menudo sobre los parientes políticos. Esto se explica porque la llegada de un personaje puede alterar el orden natural de la familia; también, por el riesgo que conlleva una separación matrimonial, misma que puede generar un impacto en la estructura del negocio o en su situación patrimonial.
Partir de dicha perspectiva obstaculiza una relación sana con el nuevo pariente político, así que el primer paso es despojarse de los prejuicios para que la familia inicie el proceso de integración, reconociendo su participación como factor crítico para el éxito de la familia empresaria. Aspectos como la educación de los hijos, el apoyo al cónyuge que trabaja en la empresa familiar, su compromiso con los valores de la familia, la prudencia y discreción en las reuniones familiares, la relación con cuñados y cuñadas son claves para reforzar la estabilidad entre los miembros.
El primer paso es despojarse de los prejuicios para que la familia inicie el proceso de integración, reconociendo su participación como factor crítico para el éxito de la familia empresaria
Existen dos formas de incluir a un pariente político a la familia empresaria, la primera, de forma pasiva, sumándolo a la participación protocolaria-institucional; la segunda, activa, incorporando al cónyuge a las actividades propiamente ejecutivas de la organización. ¿A qué se refiere cada una de las alternativas?
Asamblea familiar, el foro del equilibrio
Cuando la participación del cónyuge será al exterior de la parte operativa, el Foro o Asamblea Familiar es la ruta para lograr el compromiso de los familiares políticos.
Éste es un órgano en el que se integra a todas las generaciones de la familia directa y no consanguínea en la que se informa sobre el estado de la empresa; se pueden discutir temas de importancia para la organización, ya que todos los participantes tienen derecho a voz. Lo conveniente es dotarla de periodicidad, para elevar su condición formal.
La Asamblea es todavía una herramienta inédita en la economía nacional. De acuerdo con la investigación “Radiografía de la Empresa Familiar en México”, apenas 14 de cada 100 negocios han desarrollado el Foro. El resto lo desconoce o ha subestimado los beneficios que conlleva.
Una de sus mayores ventajas es la convivencia y la consecuente consolidación de los lazos familiares. También, es una vía para dirimir las diferencias y una herramienta que auxilia al Consejo de Familia que, como ente ejecutivo de la representación familiar en la empresa, puede apoyarse de las conclusiones y manifestaciones expresadas en la Asamblea, para definir acciones concretas.
La integración que supone minimiza la marginación que los cónyuges pudieran presentar. El espacio lo incluye en la misma situación de igualdad de condiciones, le permite expresar sus inquietudes respecto a la empresa y al mismo tiempo, puede vivir de manera activa los valores que impulsan a su nueva familia.
Otro mecanismo de integración para reforzar la construcción de la Asamblea es la consideración de los nuevos familiares en actos sociales o de ocio financiadas por la empresa. Incluso, se puede ir más allá y delegar la mayor responsabilidad en la representación de dichas actividades protocolarias.
La incorporación activa, el otro lado
Cuando el Consejo de Familia y el Protocolo Familiar lo consideren, puede presentarse el escenario en el que el familiar político se integre a la organización a través del desempeño de un puesto. En tal caso, deben definirse claramente las atribuciones que tendrá y, por seguridad de la organización, lo ideal es que el cónyuge demuestre experiencia profesional y las capacidades adecuadas para la empresa. La evaluación de tales destrezas debe ser diseñada basándose en criterios objetivos.
Desde el inicio de su integración, la familia debe plantear firmemente que no habrá consideraciones especiales por su relación personal y la remuneración que recibirá será de acuerdo al mercado y a su propio desempeño.
Los otros dos temas en los que se abre la posibilidad de conflicto con los parientes políticos son la sucesión y la repartición de propiedad. Su regulación detallada en los instrumentos normativos, como el Protocolo Familiar, es fundamental para evitar incertidumbre.
Abrazar a un nuevo integrante en la familia significa una gran gama de posibilidades. Una posición abierta y la protocolización de su participación es lo que se necesita para hacer de su llegada la mejor oportunidad de fortalecimiento.
“No hay problema que no podamos resolver juntos, y muy pocos que podamos resolver por nosotros mismos».
Lyndon Johnson
Cuento con 33 años de experiencia en las áreas de Contabilidad, Auditoría e Impuestos en la firma Salles, Sainz – Grant Thornton, 12 años de experiencia en la institucionalización y gobierno corporativo de empresas familiares y en apoyar a las familias en la elaboración de protocolos familiares.